MENSAJE DEL OBISPO DE CHIMBOTE EN NAVIDAD

22.12.2010 00:00

La Navidad nos acerca al misterio central de nuestra fe. La Palabra Eterna de Dios ha querido poner su tienda en nuestro mundo, en medio de nosotros. La Palabra Eterna se ha hecho carne.
Dios Padre ha querido que su Hijo amado, conozca desde el principio todas las experiencias por las que pasamos los seres humanos: Que se haga hombre en el seno de María, que sienta la solicitud paterna de José, la exclusión en el nacimiento, la persecución y la huída a Egipto, pero también el reconocimiento como Mesías de los sabios de Oriente, la adoración de los humildes pastores, la algarabía en el cielo ante el nacimiento del Verbo Encarnado.
Mientras muchos de nosotros nos sentaremos a la mesa repleta de comida y de regalos navideños, Jesús Niño se solidariza con aquellos que no tienen casa, ni comodidad, ni calor, ni acogida.
Jesús es el símbolo de las vidas atormentadas de la historia, de los que son marginados por la pobreza, de los que solo tienen padre y madre, pero no tienen padrino, de todos aquellos que están condenados a ser personajes anónimos y perfectos desconocidos. Y sin embargo, era el esperado, el Mesías añorado y suplicado.
Dios irrumpió en la historia como lo suele hacer siempre, con humildad, silenciosamente, sin hacer ruido, solo busca nuestro amor. Si queremos encontrarlo, lo encontraremos en el portal de Belén, en el pesebre, en los brazos de su Madre.
¡Cómo se caen nuestros esquemas mentales, ante la humildad del Hijo de Dios!' ¡Cómo queda descabalgada la arrogancia y la presunción humana!. Que tal osadía de las tinieblas que quisieran apagar la Luz, la Luz del Mundo.
Jesús recién nacido quiere nacer también en cada uno de nosotros en esta Navidad. Abramos las puertas de nuestro corazón.